Continuamos nuestra reflexión sobre los misterios del Rosario.
Misterios Dolorosos
(Se rezan martes y viernes)
Los evangelios dan gran relieve a los misterios de dolor de Cristo, ya que son el culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra salvación.
1.- La Agonía en el Huerto
Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. Llegados al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.» Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba con estas palabras: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Entonces se le apareció un ángel del cielo para animarlo. Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo.) Después de orar, se levantó y fue hacia donde estaban los discípulos. Pero los halló dormidos, abatidos por la tristeza. Les dijo: «¿Ustedes duermen? Levántense y oren para que no caigan en tentación.» Todavía estaba hablando cuando llegó un grupo encabezado por Judas, uno de los Doce. Como se acercaba a Jesús para darle un beso, Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?» (Lucas 22, 39-48)
Aunque fuera el Hijo de Dios, Jesús sintió la necesidad de prepararse para la prueba mediante la oración. Es precisamente en la oración donde Jesús encuentra la fuerza para enfrentarse con valor a los sufrimientos.
2.- La Flagelación de nuestro Señor Jesucristo
Cada año, con ocasión de la Pascua, Pilato solía dejar en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había uno, llamado Barrabás, que había sido encarcelado con otros revoltosos por haber cometido un asesinato en un motín. Cuando el pueblo subió y empezó a pedir la gracia como de costumbre, Pilato les preguntó: «¿Quieren que ponga en libertad al rey de los judíos?» Pues Pilato veía que los jefes de los sacerdotes le entregaban a Jesús por una cuestión de rivalidad. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que pidiera la libertad de Barrabás. Pilato les dijo: «¿Qué voy a hacer con el que ustedes llaman rey de los judíos?» La gente gritó:«¡Crucifícalo!» Pilato les preguntó: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Y gritaron con más fuerza: «¡Crucifícalo!» Pilato quiso dar satisfacción al pueblo: dejó, pues, en libertad a Barrabás y sentenció a muerte a Jesús. Lo hizo azotar, y después lo entregó para que fuera crucificado. (Marcos 15, 6-15)
En nuestra vida buscamos siempre las comodidades. Y para conseguir más satisfactores, nos olvidamos de la Ley de Dios. Jesús tuvo que pagar todos esos pecados mediante la flagelación, que transformó toda su espalda en una inmensa llaga.
3.- La Coronación de espinas
Los soldados romanos llevaron a Jesús al patio del palacio y reunieron a toda la tropa en torno a él. Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo. Después le colocaron en la cabeza una corona que habían trenzado con espinos y en la mano derecha le pusieron una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús y se burlaban de él, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!» Le escupían en la cara, y con la caña le golpeaban en la cabeza. Cuando terminaron de burlarse de él, le quitaron la capa de soldado, le pusieron de nuevo sus ropas y lo llevaron a crucificar. (Marcos 15, 16-19)
El orgullo ha sido siempre la causa de muchos pecados. Para pagar nuestros pecados de orgullo, Jesús aceptó la humillación de ser coronado con espinas, como rey de burlas.
4.- Jesús camino del calvario, con la cruz a cuestas
Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque llegarán días en que se dirá: «Felices las mujeres que no tienen hijos. Felices las que no dieron a luz ni amamantaron.» Entonces dirán: «¡Que caigan sobre nosotros los montes, y nos sepulten los cerros!»
Porque si así tratan al árbol verde, qué harán con el seco?» (Lucas 23, 26-31)
Por amor a nosotros, Jesús cargó con la cruz y subió al Calvario. En lugar de juzgar y condenar a los demás, tenemos que hacer el esfuerzo por soportar los defectos y ayudarlos a superarse. Sólo así imitaremos a Jesús.
5.- Crucifixión y muerte de nuestro Señor Jesucristo
Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos. Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. (Mientras tanto Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.») Después los soldados se repartieron sus ropas echándolas a suerte. La gente estaba allí mirando; los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: «Si salvó a otros, que se salve a sí mismo, ya que es el Mesías de Dios, el Elegido.» También los soldados se burlaban de él. Le ofrecieron vino agridulce diciendo: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» Porque había sobre la cruz un letrero que decía: «Este es el rey de los judíos.» Uno de los malhechores que estaban crucificados con Jesús lo insultaba: «¿No eres tú el Mesías? ¡Sálvate a ti mismo y también a nosotros.» Pero el otro lo reprendió diciendo: «¿No temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo hemos merecido y pagamos por lo que hemos hecho, pero éste no ha hecho nada malo.» Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino.» Jesús le respondió: «En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso.»
Hacia el mediodía se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró. (Lucas 23, 32-46)
«No existe amor más grande que éste: dar la vida por los amigos» (Juan 15, 13), había dicho Jesús. Sufriendo y muriendo por nosotros en la cruz, nos dejó la prueba más grande de su amor. Ahora depende de nosotros saber aprovechar este amor, renunciando a nuestra vida.
Misterios Gloriosos
(Se rezan miércoles y domingo)
La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado!
1.- La Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo
Pasado el sábado, al aclarar el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro. De repente se produjo un violento temblor:el Angel del Señor bajó del cielo, se dirigió al sepulcro, hizo rodar la piedra de la entrada y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas como la nieve. Al ver al Angel, los guardias temblaron de miedo y se quedaron como muertos. El Angel dijo a las mujeres: «Ustedes no tienen por qué temer. Yo sé que buscan a Jesús, que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto (Mateo28, 1-6)
Jesús murió y resucitó. Para Él, los sufrimientos y la muerte fueron el camino para llegar a la resurrección y la gloria.
Lo mismo pasará con nosotros. Si aceptamos las pruebas de esta vida con paciencia, un día llegaremos a gozar con Cristo en la gloria.
2.- La Ascención de Nuestro Señor Jesucristo
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba el mensaje con los milagros que lo acompañaban. (Marcos 16, 19-20)
Subiendo al cielo, Jesús nos enseña que allá tenemos nuestra patria verdadera. Por lo tanto, nuestra única preocupación tiene que ser vivir según las enseñanzas y los ejemplos de Cristo para alcanzar la gloria del cielo.
3.- La venida del Espíritu Santo
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran. (Hechos 2, 1-4)
Diez días después de subir al cielo, Jesús envió a los apóstoles el regalo del Espíritu Santo, que transformó toda su vida. Por fin lograron entender su mensaje y tuvieron la fuerza para vivirlo y anunciarlo con valentía. También nosotros, si queremos ser cristianos de veras, necesitamos la fuerza del Espíritu Santo.
4.- La Asunción de María a los Cielos
¿Quién es esta que surge como la aurora, bella como la luna, brillante como el sol, temible como un ejército? (Cantar de los Cantares 6, 10).
Después de haber terminado su período de vida en este mundo, María fue llevada al cielo en cuerpo y alma. Se trató de un regalo especial que Jesús hizo a María, su Madre. En lugar de esperar el día de la resurrección final, Jesús quiso que pronto fuera a gozar con Él en cuerpo y alma.
5.- La Coronación de María Santísima como Reina de cielos y tierra.
Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. (Apocalipsis 12, 1)
Como en este mundo nadie estuvo tan cerca de Jesús como María, también ahora en el cielo, nadie está tan cerca de Jesús como ;María. Siendo Madre de Jesús, goza de un grande poder de intercesión: todo lo que le pide a Jesús en ,nuestro favor, siempre se lo concede.
Conclusión
El Santo Rosario, es una de las oraciones más importantes para los católicos, después de la Eucaristía. Por medio de el nos acercamos a María y ella, a su vez, nos acerca más a Jesús.
Hagamos del rezo del Rosario un hábito de vida, sólo así podemos vencer los ataques que los cristianos sufrimos en este mundo tan materialista.
Que Dios te llene de bendiciones.
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