sábado, 27 de febrero de 2016

Los 10 Mandamientos. Primara parte

La semana anterior hablamos del Sacramento de la Reconciliación. Comentábamos acerca de los pecados mortales, que son aquéllos que violan la Ley de Dios, es decir Los 10 Mandamientos. Es por eso que en esta ocasión profundizaremos acerca de ellos.

Los 10 Mandamientos se desprenden del libro del Éxodo 20, 2-17.

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas
«Yo soyYavé, tu Dios, el que te sacó de Egipto, país de la esclavitud.
No tendrás otros dioses fuera de mí. No te harás estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les sirvas, porque yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso. yo pido cuentas a hijos, nietos y biznietos por la maldad de sus padres que no me quisieron. Pero me muestro favorable hasta mil generaciones con los que me aman y observan mis mandamientos. (Éxodo 20, 2-6)

La afirmación «Yo soyYavé, tu Dios» implica para nosotros poner en práctica las tres virtudes teologales, y evitar los pecados que se oponen a ellas. La fe cree en Dios y rechaza todo lo que es contrario, como por ejemplo, la duda voluntaria, incredulidad, la herejía, abandonar la Iglesia, la división. La esperanza aguarda confiadamente las bienaventuranzas (Mateo 5, 3-12), evitando la desesperación y la presunción. La caridad ama a Dios sobre todas las cosas y rechaza la ingratitud, la tibieza, la pereza, la indolencia espiritual y el odio a Dios, que nace del orgullo.

Con la expresión «No tendrás otro Dios fuera de mí» se prohíbe el politeísmo y la idolatría, que pone en el lugar de Dios a una criatura, el poder, al dinero, incluso al demonio; la irreligión, que se manifiesta en tentar a Dios con palabras o hechos; el sacrilegio, que profana a las personas y las cosas sagradas, sobre todo la Escritura; la simonía, que intenta comprar o vender realidades espirituales, como por ejemplo que se de o reciba dinero a cambio de la absolución o indulgencias plenarias; el ateísmo, que rechaza la existencia de Dios, apoyándose en en una falsa concepción de la autonomía humana; el agnosticismo, según el cual, nada se puede saber sobre Dios, y que abarca el indiferentismo y el ateísmo práctico.

El mandato de Dios «No te harás escultura alguna…» ¿prohíbe el culto a las imágenes? Lo que está prohibiendo es darle a una imagen un valor o atributos que no tiene. Hablemos claro, una imagen es sólo una imagen. Sin embargo Dios tiene el poder y la autoridad para utilizar una imagen como un medio para realizar su plan, tal como lo vemos en el libro de números:

Entonces Dios mandó contra el pueblo serpientes-ardientes. Muchos de los Israelitas murieron por sus mordeduras. El pueblo fue a ver a Moisés y le dijo: «Hemos pecado, hemos murmurado contra Yavé y contra ti. Ruega a Yavé por nosotros, para que aleje de nosotros las serpientes». Moisés oró por el pueblo, y Yavé le dijo a Moisés: «Hazte una serpiente-ardiente y colócala en un poste. El que haya sido mordido, al verla, sanará». Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un poste. Cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba la serpiente de bronce y se sanaba. (Números 21, 6-9).

En el texto anterior vemos cómo Dios le ordenó a Moisés fabricar una serpiente de bronce y todo aquel que había sido mordido por una serpiente, miraba la serpiente de bronce y quedaba sanado. Si Dios prohibiera el fabricar imágenes se estaría contradiciendo a sí mismo.

De la misma manera en el mismo libro del Éxodo, en el capítulo 25, cinco capítulos después haber dado a Moisés los 10 Mandamientos, Dios le ordena colocar imágenes en el arca de la alianza: 

Así mismo, harás dos querubines de oro macizo, y los pondrás en las extremidades de la cubierta. Pondrás un querubín a una extremidad, y el otro en la otra; formarán un solo cuerpo con la cubierta, a sus dos lados. (Éxodo 25, 18-19)

Que quede claro, la Iglesia Católica no enseña a adorar imágenes. Sino que enseña a respetarlas por quien en ellas se representa: Cristo, la Virgen, los ángeles y los santos.

2. No tomarás el nombre de Dios en vano
«No tomes en vano el nombre deYavé, tu Dios, porque Yavé no dejará sin castigo a aquel que toma su nombre en vano.» (Éxodo 20, 7)

Se respeta la santidad del Nombre de Dios invocándolo, bendiciéndole, alabándole y glorificándole. Ha de evitarse, por tanto, el abuso de apelar al Nombre de Dios para justificar un crimen, y todo uso inconveniente de su Nombre, como la blasfemia, que por su misma naturaleza es un pecado grave; la imprecación y la infidelidad a las promesas hechas en nombre de Dios.

Está prohibido jurar en falso, porque ello supone invocar en una causa a Dios, que es la verdad misma, como testigo de una mentira.

El perjurio es hacer, bajo juramento, una promesa con intención de no cumplirla, o bien violar la promesa hecha bajo juramento. Es un pecado grave contra Dios, que siempre es fiel a sus promesas.

3. Santificarás las fiestas
«Acuérdate del día del Sábado, para santificarlo. Trabaja seis días, y en ellos haz todas tus faenas. Pero el día séptimo es día de descanso, consagrado a Yavé, tu Dios. Que nadie trabaje: ni tú, ni tus hijos, ni tus hijas, ni tus siervos, ni tus siervas, ni tus animales, ni los forasteros que viven en tu país. Pues en seis días Yavé hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Sábado y lo hizo sagrado.» (Éxodo 20, 8-11)

Dios ha bendecido el sábado y lo ha declarado sagrado, porque en este día se hace memoria del descanso de Dios el séptimo día de la creación, así como de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto y de la Alianza que Dios hizo con su pueblo.

Jesús reconoce la santidad del sábado, y con su autoridad divina le da la interpretación auténtica: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado» (Marcos 2, 27).

Pero entonces ¿porqué motivo, para los cristianos, el sábado ha sido sustituido por el domingo?
Para los cristianos, el sábado ha sido sustituido por el domingo, porque éste es el día de la Resurrección de Cristo. Como «primer día de la semana» (Marcos 16, 2), recuerda la primera Creación; como «octavo día», que sigue al sábado, significa la nueva Creación inaugurada con la Resurrección de Cristo. Es considerado, así, por los cristianos como el primero de todos los días y de todas las fiestas: el día del Señor, en el que Jesús, con su Pascua, lleva a cumplimiento la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios.

Los cristianos santifican el domingo y las demás fiestas de precepto participando en la Eucaristía del Señor y absteniéndose de las actividades que les impidan rendir culto a Dios, o perturben la alegría propia del día del Señor o el descanso necesario del alma y del cuerpo. Se permiten las actividades relacionadas con las necesidades familiares o los servicios de gran utilidad social, siempre que no introduzcan hábitos perjudiciales a la santificación del domingo, a la vida de familia y a la salud.

Es importante que el domingo sea reconocido civilmente como día festivo, a fin de que todos tengan la posibilidad real de disfrutar del suficiente descanso y del tiempo libre que les permitan cuidar la vida religiosa, familiar, cultural y social; de disponer de tiempo propicio para la meditación, la reflexión, el silencio y el estudio, y de dedicarse a hacer el bien, en particular en favor de los enfermos y de los ancianos.

4. Honrarás a tu padre y a tu madre
«Respeta a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida sobre la tierra que Yavé, tu Dios, te da.» (Éxodo 20, 12)

El cuarto mandamiento ordena honrar y respetar a nuestros padres, y a todos aquellos a quienes Dios ha investido de autoridad para nuestro bien.

En el plan de Dios, un hombre y una mujer, unidos en matrimonio, forman, por sí mismos y con sus hijos, una familia. Dios ha instituido la familia y le ha dotado de su constitución fundamental. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. Entre los miembros de una misma familia se establecen relaciones personales y responsabilidades primarias. En Cristo la familia se convierte en Iglesia doméstica, porque es una comunidad de fe, de esperanza y de amor.

La familia es la célula original de la sociedad humana, y precede a cualquier reconocimiento por parte de la autoridad pública. Los principios y valores familiares constituyen el fundamento de la vida social. La vida de familia es una iniciación a la vida de la sociedad.

La sociedad tiene el deber de sostener y consolidar el matrimonio y la familia, siempre en el respeto del principio de subsidiaridad. Los poderes públicos deben respetar, proteger y favorecer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia, la moral pública, los derechos de los padres, y el bienestar doméstico.

Los hijos deben a sus padres respeto, reconocimiento, docilidad y obediencia, contribuyendo así, junto a las buenas relaciones entre hermanos y hermanas, al crecimiento de la armonía y de la santidad de toda la vida familiar. En caso de que los padres se encuentren en situación de pobreza, de enfermedad, de soledad o de ancianidad, los hijos adultos deben prestarles ayuda moral y material.

Hasta aquí hemos reflexionado los primeros cuatro mandamientos. La próxima semana continuaremos reflexionando los demás mandamientos.

Que Dios te llene de bendiciones.

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