Cada 25 de enero, la Iglesia Católica celebra la fiesta de la conversión de San Pablo, quien alcanzó la conversión camino a Damasco, a donde se dirigía para perseguir a los cristianos.
Saulo no desistía de su rabia, proyectando violencias y muerte contra los discípulos del Señor. Se presentó al sumo sacerdote y le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén.
Mientras iba de camino, ya cerca de Damasco, le envolvió de repente una luz que venía del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: «¿Quién eres tú, Señor?» Y él respondió: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.»
Los hombres que lo acompañaban se habían quedado atónitos, pues oían hablar, pero no veían a nadie, y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada por más que abría los ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí permaneció tres días sin comer ni beber, y estaba ciego.
Vivía en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «¡Ananías!» Respondió él: «Aquí estoy, Señor.» Y el Señor le dijo: «Vete en seguida a la calle llamada Recta y pregunta en la casa de Judas por un hombre de Tarso llamado Saulo. Lo encontrarás rezando, pues acaba de tener una visión en que un varón llamado Ananías entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista.»
Ananías le respondió: «Señor, he oído a muchos hablar del daño que este hombre ha causado a tus santos en Jerusalén. Y ahora está aquí con poderes del sumo sacerdote para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre.» El Señor le contestó: «Vete. Este hombre es para mí un instrumento excepcional, y llevará mi Nombre a las naciones paganas y a sus reyes, así como al pueblo de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que sufrir por mi Nombre.»
Salió Ananías, entró en la casa y le impuso las manos diciendo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.» Al instante se le cayeron de los ojos una especie de escamas y empezó a ver. Se levantó y fue bautizado. Después comió y recobró las fuerzas.
Saulo permaneció durante algunos días con los discípulos en Damasco, y en seguida se fue por las sinagogas proclamando a Jesús como el Hijo de Dios. (Hechos 9, 1-20).
San Pablo nació en Tarso, Cicilia (actual Turquía), su padre era ciudadano romano. Creció en el seno de una familia en la que la piedad era hereditaria y ligada a las tradiciones y observancias fariseas. Le pusieron de nombre Saulo, y como también era ciudadano romano llevaba el nombre latino de Pablo (Paulo).
Para ls judíos de aquel tiempo era bastante usual tener dos nombres, uno hebreo y oto latino o griego. Pablo será pues, el nombre que utilizará el apóstol para evangelizar a los gentiles, es decir los no judíos.
Las consecuencias de la conversión de San Pablo
El repentino cambio de San Pablo confunde los judíos, que posteriormente se enfadaron con él y trataban de matarlo por dondequiera que se lo encontrasen, e incluso, en una oportunidad, lograron capturarlo, lo apalearon y lo encarcelaron, pero fue milagrosamente liberado.
La gente se les echó encima. Los oficiales mandaron arrancarles las ropas y los hicieron apalear. Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel, dando orden al carcelero de vigilarlos con todo cuidado. Este, al recibir dicha orden, los metió en el calabozo interior, y les sujetó los pies con cadenas al piso del calabozo.
Hacia la media noche Pablo y Silas estaban cantando himnos a Dios, y los demás presos los escuchaban. De repente se produjo un temblor tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la cárcel; todas las puertas se abrieron de golpe y a todos los presos se les soltaron las cadenas. (Hechos 16, 22-26).
San Pablo, sin embargo, continuó predicando a los judíos, a pesar de las contrariedades que sufría, así como también predicaba a los gentiles, tratando de difundir el Evangelio a todo el mundo a cualquier precio.
La conversión de San Pablo y su arriesgada lucha en la predicación, tuvo un efecto enormemente positivo en la vida de los cristianos. San Pablo se convirtió en uno de los grandes evangelizadores de la Iglesia, ayudando a traer a muchas personas a ella.
Aunque la mayoría de los santos tienen fiestas en función de su fecha de fallecimiento, San Pablo es uno de los pocos santos que tiene un día de fiesta por conmemoración de su conversión.
La conversión de San Pablo demuestra que cualquiera puede ser perdonado y llevado a una vida con Cristo, aun de los que antes están del lado completamente opuesto del cristianismo.
Este es un hecho que la Iglesia quiere recordar y celebrar debido a su gran importancia para los cristianos de todo el mundo.
Oración por la conversión de San Pablo.
Dios todopoderoso y eterno, que por tu misericordia divina hiciste instruir a tu bendito apóstol San Pablo para cumplir con el propósito que le tenías asignado, lo llenaste con todo tu poder y la fuerza del Espíritu Santo para predicar, concedemos también a nosotros, por intermedio de su intercesión, que podamos servirte con temor y valentía, darte los frutos que te corresponden y así estar lleno de la comodidad de tu don celestial.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén
«Sean imitadores míos, como yo lo soy de Cristo.» (1 Corintios 11,1)
Que Dios te llene de bendiciones
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