lunes, 8 de mayo de 2017

¿Orar o decretar?

Hoy en día algunos predicadores protestantes y algunos católicos proclaman una nueva moda que ha resultado muy eficaz para tener contentos a sus seguidores, dicen: Decreta tu prosperidad; declara tu sanidad y recíbela en nombre de Jesús; proclama y decreta que ya eres libre de deudas y créelo, porque para el que cree todo es posible. Todo esto se presenta como mágico. Esto es lo que sucede cuando no se profundiza en la palabra de Dios y se camina por lo erróneo y se promueve un pensamiento mágico.

Al promover este pensamiento mágico religioso lo único que se está enseñando es que Dios está obligado a cumplir nuestros deseos, por lo tanto debemos ordenarle para que lo haga.

"El poder de la oración", cuando escuchamos esta frase, creemos que es una fórmula mágica, en la cual se pronuncian las palabras claves y "abra cadabra". Esto es algo que se ve mucho entre los protestantes donde su doctrina es la sola fe, se aferran al poder de la palabra, todo está en decretar prosperidad, sanación y listo. Pero esta forma de pensar está cada vez más presente también entre los católicos.

Este tipo de oración tiene un origen que no es verdaderamente cristiano, sino pagano, donde se pretende dominar todo lo que nos amenaza y obtener de una manera "mágica" lo que deseamos en cuanto a éxito y logros materiales.

En este punto quisiera que tuviéramos presente lo que nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 2117: Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar las potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro o recurren a la intervención de los demonios.

El decretar

¿De donde viene este moda de decretar? De una "filosofía de autoayuda" que considera el "Yo Soy" de Dios como algo presente en todo el universo y en cada individuo de una manera no personal, sino como una energía. Es decir es Nueva Era con disfraz de teología. 

Esta aparentemente inofensiva forma de pensar en positivo implementa el pretender lograr lo que se desee a través de "poderes mentales”, tal forma de actuar termina por llevar al ser humano a un rechazo de los planes de Dios y de Su Voluntad, y de las situaciones por Él permitidas, pues el que usa este procedimiento comienza a tratar de obtener lo que cree merecer o necesitar, y para ello decreta y ordena lo que piensa le hará feliz. Así trata de lograr beneficios materiales, comodidades, empleos, posiciones, salud, etc., por acondicionamiento mental de sí mismo y lo que es más grave: de los demás.

Así, Satanás tienta al ser humano, pretendiendo hacer de él un ser auto-suficiente y poderoso, entre otras cosas, a través de técnicas de desarrollo de supuestos "poderes mentales", prácticas conducentes a confundirlo y a tratar de hacerlo "ser como dios", que fue la tentación original a Adán y Eva. Sin embargo, la meta del ser humano es llegar a Dios en el Cielo y para esto no necesita desarrollar poderes mentales, sino buscar la Voluntad Divina durante su vida en la tierra.

La verdadera oración y sus frutos

El llamado “poder de la oración” no es una pócima, ni una fórmula, ni una solución, orar es un estado al cual se llega para alcanzar tres cosas:

➤ Una comunicación con Dios; saber que existe un ser supremo, que necesito encontrarme con Él y por ello no sólo debo de disponer mi cuerpo, sino también de la mente, desprenderme de todo lo material, de todo lo que me agobia, para así dejarme inundar del Espíritu Santo, que envía el Padre, creer las palabras de Cristo: «Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.» (Mateo 11, 28-30). Orar es pasar tus cargas al Señor.

➤ Para recibir paz y sabiduría; esta es la segunda etapa de la oración, una vez despojados de todo problema, el Espíritu Santo te llenará de la paz que necesita tu corazón y calmará tu ansiedad, con esto tendrás la lucidez para ver la solución donde no la había o para comprender lo que no tenía sentido.

➤ Dejar obrar a Dios; es el último paso de la oración, después de esto entenderás que tú no eres Dios, que nuestro tiempo no es el tiempo de Dios (Kairos) y que nuestra sabiduría es deferente a la de Él. Por ello sabrás que Dios actuará en el momento en el cual necesites, según Su Voluntad.

Aquí radica el poder de la oración, nadie después de haber orado correctamente sentirá angustia, depresión o soledad y verá en su vida la manifestación divina del obrar de Dios. Entendiendo el porqué y para qué está pasando por alguna situación adversa.

Que Dios te llene de bendiciones.

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