domingo, 5 de marzo de 2017

Sacramentos de Servicio. Segunda parte.

El Sacramento del Orden Sacerdotal

El Sacramento del Orden Sacerdotal es el que hace posible que la misión, que Cristo le dio a sus Apóstoles, siga siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Es el Sacramento del ministerio apostólico.

Orden indica un cuerpo eclesial, del que se entra a formar parte mediante una especial consagración (Ordenación) que, por un don singular del Espíritu Santo, permite ejercer una potestad sagrada al servicio del Pueblo de Dios en nombre y con la autoridad de Cristo.

De hecho este es el sacramento por el cual “algunos hombres quedan constituidos ministros sagrados, al ser marcados con un carácter indeleble, y así son consagrados y destinados a apacentar el pueblo de Dios según el grado de cada uno, desempeñando en la persona de Cristo Cabeza las funciones de enseñar, gobernar y santificar”. (Catecismo de la Iglesia Católica. N° 1008).

Todos los bautizados participan del sacerdocio de Cristo, lo cual lo capacita para colaborar en la misión de la Iglesia. Pero, los que reciben el Orden quedan configurados de forma especial, quedan marcados con carácter indeleble, que los distinguen de los demás fieles y los capacita para ejercer funciones especiales. Por ello, se dice que el sacerdote tiene el sacerdocio ministerial, que es distinto al sacerdocio real o común de todos los fieles, este sacerdocio lo confiere el Bautismo y la Confirmación. Por el Bautismo nos hacemos partícipes del sacerdocio común de los fieles.

El sacerdote actúa en nombre y con el poder de Jesucristo. Su consagración y misión son una identificación especial con Jesucristo, a quien representan. El sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común de los fieles.

Los sacerdotes ejercen los tres poderes de Cristo. Son los encargados de transmitir el mensaje del Evangelio, y de esa manera ejercen el poder de enseñar que poseen. Su poder de gobernar lo ejercen dirigiendo, orientando a los fieles a alcanzar la santidad. Así mismo son los encargados de administrar los medios de salvación, los sacramentos, cumpliendo así la misión de santificar. Si no hubiese sacerdotes, no sería posible que los fieles reciban ciertos sacramentos, de ahí la necesidad de fomentar las vocaciones. De los sacerdotes depende, en gran parte, la vida sobrenatural de los fieles, pues solamente ellos pueden consagrar, haciendo presente a Cristo, y otorgar el perdón de los pecados. Aunque estas son las dos funciones más importantes de su ministerio, como ya hemos visto su participación en la administración de los sacramentos no termina ahí.

El Sacramento del Orden consta de diversos grados y por ello se llama orden. En la antigüedad romana, la palabra Orden se utilizaba para designar los cuerpos constituidos en sentido civil, en especial aquellos que gobernaban. La Iglesia, tomando como fundamento la Sagrada Escritura, llama desde los tiempos antiguos con el nombre de taxeis (en griego), de ordines (en latín) a diferentes cuerpos constituidos en ella. En la actualidad se designa con la palabra ordinatio al acto sacramental que incorpora al orden de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos, que confiere en don del Espíritu Santo que les permite ejercer un poder sagrado que sólo viene de Cristo, por medio de su Iglesia. La “ordenación” también es llamada consecratio..

Institución del Sacramento del Orden Sacerdotal

El Concilio de Trento definió como dogma de fe que el Sacramento del Orden es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo. Los protestantes niegan este sacramento, para ellos no hay diferencia entre sacerdotes y laicos.

Por la Sagrada Escritura, podemos conocer como Jesús escogió de manera muy especial a los Doce Apóstoles.

Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso, y se reunieron con él. Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, dándoles poder para echar demonios. (Marcos 3, 13-15) 

Y es a ellos a quienes les otorga sus poderes de perdonar los pecados, de administrar los demás sacramentos, de enseñar y de renovar el sacrificio de la Cruz hasta el final de los tiempos. Les otorgó estos poderes con la finalidad de continuar Su misión redentora y para ello, también, Cristo les mandó que los transmitieran a otros. Desde un principio así lo hicieron, imponiendo las manos a algunos elegidos, nombrando presbíteros y obispos en las diferentes localidades para gobernar las iglesias locales.

El Jueves Santo, en lo que se conoce como la Cena del Señor, se conmemora la institución de este Sacramento.

Signo: Materia y Forma

El Papa Pío XII, después de una larga controversia, declaró que la materia de este sacramento era la imposición de manos. (Catecismo de la Iglesia Católica. N° 1009). Como hemos visto, desde un principio la práctica apostólica era la imposición de manos, el problema se suscitó al añadirse al rito en los siglos X, XI, XII, la entrega de los instrumentos, cáliz, patena, Evangelios etc., a la usanza de las costumbres civiles romanas. Pero, en este sacramento, a diferencia de los otros, el efecto no depende de lo que tenga el ministro, sino que se comunica una fuerza espiritual que viene de Dios. De ahí que la fuerza de la materia está en el ministro y no en una cosa material. Pío XII aclaró - de manera rotunda - que estos instrumentos no eran necesarios para la validez del sacramento.

La forma es la oración consagratoria que los libros litúrgicos prescriben para cada grado. (Catecismo de la Iglesia Católica. N° 1009). Esta es diferente para cada grado del sacramento. Es decir, son diferentes para el episcopado, para el presbiterado y para el diaconado.

Los Tres Grados del Sacramento del Orden Sacerdotal

Hemos mencionado que existen tres grados en el Sacramento del Orden; el episcopado, el presbiterado, y el diaconado.

1. Episcopado: entre los diversos ministerios, el Ministerio de los Obispos, ocupa un lugar preponderante, pues por medio de una sucesión apostólica, que existe desde el principio, son los que transmiten la semilla apostólica.

Los primeros apóstoles, después de recibir al Espíritu Santo en Pentecostés, comunicaron el don espiritual que habían recibido a sus colaboradores, mediante la imposición de manos.

El Concilio Vaticano II, enseña que por la consagración episcopal se recibe la plenitud del sacramento del Orden”. Se puede decir que es la cumbre del ministerio sagrado.

Su poder para consagrar no excede a la de los presbíteros, pero sí tienen otros poderes que los sacerdotes no tiene, como son:

  • El poder de administrar el sacramento del Orden y de la Confirmación.
  • Son los que normalmente bendicen los óleos que se utilizan en los diferentes sacramentos.
  • También poseen el poder de predicar en cualquier lugar.
  • Normalmente, el Obispo tiene el gobierno de una diócesis o Iglesia local que le ha sido confiada, siempre bajo la autoridad del Papa, pero al mismo tiempo, “tiene colegialmente con todos sus hermanos en el episcopado la solicitud de todas las Iglesias”. (Cfr. Catec. n. 1566).
  • Es quien dicta las normas en su diócesis sobre los seminarios, la predicación, la liturgia, la pastoral, etc.
  • Además, son los Obispos los encargados de otorgar a los presbíteros el poder de predicar la palabra de Dios y de regir sobre los fieles.

Existen Obispos con territorio, que son los que están al frente de una diócesis y Obispos sin territorio, que son, generalmente, todos aquellos que colaboran en el Vaticano, en una misión específica.

Algunos Obispos son nombrados Cardenales, en virtud de su entrega y su labor especial a la Iglesia. El Papa es quien los nombra y no se necesita de una celebración especial. En cuanto al poder del sacramento, es igual que la de los Obispos, ambos tiene la plenitud del ministerio, por ser Obispo. Los Arzobispos son aquellos Obispos encargados de una arquidiócesis, es decir, que dado lo extenso del territorio se ve la necesidad de dividir una diócesis, en varias diócesis.

2. Presbiterado: los presbíteros, palabra que viene del griego y significa anciano, no poseen la plenitud del Orden y están sujetos a la autoridad del Obispo del lugar para ejercer su potestad. Sin embargo, tienen los poderes de:

  • Consagrar el pan y el vino.
  • Perdonar los pecados.
  • Ayudar a los fieles, transmitiendo la doctrina de la Iglesia y con obras.
  • Pueden administrar cualquier sacramento en el cual el ministro no sea un Obispo.

Los sacerdotes o presbíteros son los que ayudan a los Obispos en diferentes funciones. Por ello, cuando un sacerdote llega a una diócesis tiene que presentarse ante el Obispo, y éste será quien le otorgue los permisos necesarios.

Los presbíteros, a pesar de no poseer la plenitud del sacerdocio y dependan de los Obispos, están unidos a ellos en el honor del sacerdocio y, en virtud del sacramento del orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote. (Cfr. Hb.5, 1-10; 7,24; 11, 28). Además, por el Sacramento del Orden, los presbíteros participan en la universalidad de la misión confiada por Cristo a los Apóstoles.

3. Diaconado: En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos – del griego, igual a servidor – a los que se les imponen las manos “para realizar un servicio, y no para ejercer el sacerdocio”. A ellos les corresponde:

  • Asistir al Obispo y a los presbíteros en diferentes celebraciones.
  • En la distribución de la Eucaristía, llevando la comunión a los moribundos.
  • Asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, cuando no haya sacerdote.
  • Proclamar el Evangelio.
  • Administrar el Bautismo solemne.
  • Dar la bendición con el Santísimo.

El diaconado, generalmente, se recibe un tiempo antes de ser ordenado presbítero, pero a partir del Concilio Vaticano II, se ha restablecido el diaconado como un grado particular dentro de la jerarquía de la Iglesia. Este diaconado permanente, que puede ser conferido a hombres casados o solteros, ha contribuido al enriquecimiento de la misión de la Iglesia.

Efectos del Sacramento del Orden Sacerdotal

Con este sacramento se reciben varios efectos de orden sobrenatural que le ayudan al cumplimiento de su misión.

La Ordenación episcopal da la plenitud del sacramento del Orden, hace al Obispo legítimo sucesor de los Apóstoles, lo constituye miembro del Colegio episcopal, compartiendo con el Papa y los demás Obispos la solicitud por todas las Iglesias, y le confiere los oficios de enseñar, santificar y gobernar.

La unción del Espíritu marca al presbítero con un carácter espiritual indeleble, lo contigua a Cristo sacerdote y lo hace capaz de actuar en nombre de Cristo Cabeza. Como cooperador del Orden episcopal, es consagrado para predicar el Evangelio, celebrar el culto divino, sobretodo la Eucaristía, de la que saca fuerza todo su ministerio, y ser pastor de los fieles.

El diácono, configurado con Cristo siervo de todos, es ordenado para el servicio de la Iglesia, y lo cumple bajo la autoridad de su Obispo, en el ministerio de la Palabra, el culto divino, la guía pastoral y la caridad.

Con esto concluimos nuestra reflexión sobre los Sacramentos de la Iglesia Católica.

Que Dios te llene de bendiciones.

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